Dentro del Cristianismo Católico, el Sábado Santo es una de las fechas más importantes dentro del calendario de celebraciones en la iglesia, ya que en ésta fecha Cristo yace en el sepulcro y la iglesia medita la obra más grande que Dios ha hecho por nosotros, admirando y contemplando el cuerpo destrozado de su hijo Jesús; es el día del silencio.
Cada miembro de la iglesia, llamados así por el Bautizo antes recibido, debe unirse al silencio, ya que se considera somos responsables de esa obra.
El silencio, para entenderlo mejor, es del alma y corazón, no de la boca. La parte más difícil es poder silencias nuestras mentes, pero es necesario entrar en el estado de meditación para recibir la gracia de Dios que se la pedimos delante de su hijo fallecido esforzándonos en guardar nuestra rebeldía, silenciar nuestras pasiones y todo lo que pueda ser desagradable ante los ojos de Dios y nos aparte de Él.
El día no es de tristeza, sino de guardar silencio, clarificando mejor, pues el Señor ha vencido al mal, y dentro de poco, el día siguiente, vence a la muerte para elevarse así, con su gloriosa resurrección.
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