Admítelo, toda la vida venimos pensando que el brócoli era el super alimento perfecto, y ahora resulta por recientes estudios que se le puede poner algún “pero”. Y no tienen nada que ver con sus propiedades antioxidantes, ni a todos los beneficios que nos brinda, incluso desde su papel en la prevención del cáncer a su capacidad para combatir el colesterol. Pero darse la rienda suelta a este vegetal —y demás alimentos de la familia de las crucíferas: col, coliflor, repollo, berro— puede no ser una muy buena idea si sufrimos alteraciones de tiroides. Y entrando de lleno al tema: ¿Sabe alguien si tambien perjudica los dientes?
Hoy que están tan de moda los llamados “alimentos funcionales”, enriquecidos en fibra, omega 3 o fitoesteroles, podría decirse que el brócoli “es un alimento natural que podría pasar por funcional”, como describe el endocrinólogo David Mariscal, director de la Clínica Mariscal, en Madrid. “Su color característico nos habla de un alto contenido en pigmentos naturales o carotenoides. Posee sustancias identificadas como antioxidantes para luchar contra los radicales libres. Su alto contenido en vitaminas E, B, A, K y C fortalece nuestro sistema inmunológico, mejora nuestra visión y previene de enfermedades vasculares. Posee una cantidad de fibra tal que evita enfermedades del colon, por lo que no debe faltar en nuestro menú semanal. En definitiva, es un ejemplo de alimento saludable”.... PEROOO... si padece usted de hipotiroidismo, el brócoli, al igual que la coliflor, el repollo o la col, del grupo de crucíferas, presenta unas sustancias que son responsables tanto de su aroma como de su sabor picante según el doctor Mariscal. Dichos compuestos poseen la capacidad de bloquear la utilización y absorción del yodo, con lo que frenan la actividad de la glándula tiroidea.
Un consumo muy alto de crucíferas ha causado hipotiroidismo en animales”, pero, a modo de conclusión, destaca que en cantidades prudenciales no hay motivos para la preocupación. “Un estudio en humanos demostró que el consumo de 150 gramos al día de coles de Bruselas cocinadas, durante cuatro semanas, no tiene efectos adversos en la función tiroidea”, reza la investigación.
El hecho de cocinar estas hortalizas minimiza aún más el riesgo. Y aquí surge el segundo problema: el olor tan característico que se desprende de su cocción. Cuando cocinamos brócoli, no solo la casa se inunda de tan peculiar aroma, sino que toda la comunidad de vecinos se entera de lo que vamos a cenar esa noche. Esto es debido a los compuestos azufrados que posee, que se liberan intensamente durante la ebullición. Si le incomoda demasiado, sepa que echando un chorrito de leche o unos trozos de apio al agua, se ligera el olor.
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