Sin duda, el pedir perdón no siempre sirve de algo cuando se vuelve a cometer el mismo error. Y ésto aplica en todo tipo de sociedades, en todas las edades.
El sentimiento de culpa es una de las emociones más paralizantes, nos hace pensar y pensar en lo que haya sucedido, en lo que debimos haber hecho o en lo que hayamos hecho, y mientras más lo pensamos, más culpables nos sentimos, y ésto nos hace perder parte de nuestro presente y o nos roba parte de nuestra vida.
El sentir culpa puede llegar a ser bueno si lo tomaramos para autoanalizar nuestros comportamientos, y saber si el hecho fue premeditado, o involuntario, por desconocimiento, por no saber manejar la situación o simplemente porque nos dejamos llevar por las emociones, lo cual no nos deja muy bien vistos, pero sobre todo, después de ese momento, nos llega la culpabilidad.
Lo importante al tener éste sentimiento es primeramente reconocer nuestra mala conducta, ya que todo empieza por uno mismo, aceptar y analizar los motivos y las consecuencias de nuestros actos y buscar los mecanismos de poder corregir el error cometido o pidiendo perdón de forma sincera, y aprender así, a ser más cuidadoso y no volver a pasar el mismo error.
Ante ésto podemos decir que, cuando una persona lo medita y pide perdón, es una persona que ha aprendido, crece y es mejor. La responsabilidad se antepone, y a eso llamamos madurez y crecimiento personal.

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